31 jul 2013

UN POEMA


                                                                          A Ana Arzoumanián, Javier Galarza, Natalia Litvinova


Yo tenía un poema.
No sé si podía escribirlo,
tenía un poema.

Caminando por las calles de Constitución; sin campanadas,  
pateando botellas vacías de plástico,  como flores diseminadas 
por  los jardines de las calles de Constitución.

Tomamos vino tinto, comimos, bebimos,
no habían palabras, sólo un poema.

Ella decía: “No quiero morir sin acordarme."
¿Es que no irá por el Hades, el eterno río  Leteo?

El decía: “Quiero morir en otro.” En otro.
Ella dijo: “Es posible un nosotros”. 
No dijo yo o tú, sino nosotros.

Luego Alejandra,  esa delicada urgencia del rocío.
La que tenía sólo un yo, fatídico, visor, ultravisor,
cósmico, invisible en sustancia material.

 Yo no tenía ni yo.
Volví pateando botellas de plástico vacías 
por los jardines de Constitución.
¿Acaso es posible salir de la soledad?
¿Acaso es posible hacer un poema de la palabra oscura?
Allí donde no había ni cabía  un cuerpo, sino un silencio. 
Un silencio entre las calles de Constitución.




Sandra Figueroa